Una presidencia histórica, pero manchada por irregularidades y oportunismo político

Una presidencia histórica, pero manchada por irregularidades y oportunismo político

El proceso electoral del 2 de junio de 2024 será recordado como un momento crucial en la historia de México. Claudia Sheinbaum se convierte en la primera mujer en ocupar la presidencia del país, un logro que, en condiciones ideales, debería ser motivo de celebración y orgullo nacional. Sin embargo, la forma en que se llegó a este resultado revela un panorama preocupante de inequidad, manipulación y omisiones que no pueden ser ignoradas.

El camino hacia la victoria de Sheinbaum estuvo lleno de irregularidades que no solo deslegitiman parcialmente el proceso, sino que también dejan una sombra sobre la democracia mexicana. Desde el uso descarado de recursos públicos para beneficiar a Morena hasta la cerrazón de Movimiento Ciudadano (MC) para unir fuerzas con la oposición, estas elecciones expusieron las fracturas profundas de un sistema político que sigue poniendo los intereses de los partidos por encima de los ciudadanos.

Una elección inclinada desde el principio

Xóchitl Gálvez, en su reconocimiento de los resultados, señaló con razón que esta fue una “competencia desigual contra todo el aparato estatal”. Morena no escatimó en utilizar su acceso al poder para inclinar la balanza a su favor. Los programas sociales fueron explotados como herramientas de propaganda, los medios de comunicación oficiales se convirtieron en plataformas de promoción constante, y la maquinaria gubernamental funcionó como un brazo operativo del partido.

Mientras tanto, Jorge Álvarez Máynez y Movimiento Ciudadano decidieron permanecer como una “tercera vía”, ignorando las señales claras de que la fragmentación del voto opositor solo beneficiaba a Morena. Su insistencia en una candidatura propia fue más un acto de oportunismo que de estrategia, y ahora el país paga el precio de su incapacidad para priorizar el interés nacional por encima del partidista.

La sombra de la violencia y el miedo

A la inequidad estructural del proceso se sumó la violencia política, un problema que nuevamente quedó al descubierto durante esta elección. El asesinato del alcalde electo de San Pedro Mixtepec, Oaxaca, solo unas horas después de los comicios, es un recordatorio brutal de los riesgos que enfrenta la democracia mexicana. Este hecho se suma a una lista creciente de ataques contra candidatos y actores políticos, creando un ambiente donde el miedo y la intimidación son herramientas para manipular los resultados.

La incapacidad del Estado para garantizar la seguridad durante este proceso electoral no solo pone en entredicho su legitimidad, sino que también refleja una falla sistémica que ningún cambio de gobierno ha logrado resolver. ¿Cómo puede hablarse de una democracia robusta cuando quienes compiten por el poder lo hacen en un clima de inseguridad y amenazas constantes?

Reflexión final: una presidencia cuestionada desde su origen

La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia no es solo un triunfo político; es también un recordatorio de las irregularidades que empañaron el proceso. Su victoria, aunque histórica en términos de representación de género, está marcada por el uso indebido de recursos públicos, la pasividad de un árbitro electoral debilitado y la falta de unidad de la oposición.

La cerrazón de Movimiento Ciudadano para unirse a un frente común contra Morena contribuyó directamente a este desenlace. En lugar de sumar fuerzas, eligieron la ruta del aislamiento, facilitando que Morena consolidara su poder sin una resistencia real. Ahora, quienes apoyaron esta estrategia deberán responder por las consecuencias de su decisión.

Lejos de ser un punto de inflexión hacia una democracia más fuerte, estas elecciones muestran cuánto falta por avanzar para garantizar un sistema verdaderamente equitativo y libre de manipulación. La victoria de Sheinbaum, lejos de ser un ejemplo de progreso absoluto, es una llamada de atención sobre los retos que enfrenta la democracia mexicana y los peligros de permitir que intereses partidistas definan el destino de un país.

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