El “Mayo” Zambada y la vergüenza del gobierno mexicano

El “Mayo” Zambada y la vergüenza del gobierno mexicano

La captura de Ismael “El Mayo” Zambada, líder del Cártel de Sinaloa, y de Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, en una operación llevada a cabo por Estados Unidos, no solo marca un golpe al crimen organizado, sino que también desnuda la incapacidad del gobierno mexicano para enfrentar este flagelo en su propio territorio. Más que un triunfo para la seguridad, este episodio es un recordatorio incómodo de que México sigue siendo un espectador en la lucha contra el narcotráfico, una lucha que debería liderar con valentía y determinación.

Mientras el gobierno de Claudia Sheinbaum solicita información a Joe Biden sobre la operación, el silencio y la inacción frente a esta captura plantean preguntas serias sobre su compromiso real con el combate al crimen organizado. Lo más preocupante no es que México no participara en la operación, sino lo que esta captura podría revelar sobre los vínculos del “Mayo” con figuras del poder político y económico en el país.

¿Quién tiene miedo de lo que diga el “Mayo”?

La detención del “Mayo” Zambada seguramente ha encendido alarmas en ciertos círculos políticos y empresariales de México. Durante décadas, los grandes capos del narcotráfico no han operado en solitario; su éxito ha dependido de redes de complicidad que incluyen funcionarios, fuerzas del orden, empresarios y políticos.

La posibilidad de que Zambada hable y revele nombres, transacciones y pactos incómodos genera nerviosismo. La historia reciente ha demostrado que cuando estos personajes deciden colaborar con las autoridades de Estados Unidos, se destapan conexiones que exponen la profundidad de la corrupción en México. No sería sorprendente que, en los próximos meses, surjan voces desde el ámbito político defendiendo al “Mayo” bajo la bandera de proteger la independencia de México o criticar la intervención estadounidense.

Un gobierno que no ataca las causas del crimen

El discurso oficial del gobierno mexicano ha insistido en atacar las “causas profundas” de la delincuencia, como la pobreza y la falta de oportunidades. Sin embargo, los hechos demuestran que esta estrategia no ha reducido la violencia ni ha debilitado a las organizaciones criminales. Por el contrario, los cárteles han expandido su influencia, diversificando sus actividades ilícitas y sometiendo a comunidades enteras bajo su control.

El caso del “Mayo” Zambada ilustra cómo el narcotráfico sigue operando con impunidad en México, mientras que el gobierno se aferra a un enfoque que, en lugar de enfrentar el problema, parece buscar excusas para evitar la confrontación directa. Este modelo no solo es ineficaz, sino que también perpetúa la dependencia de México hacia Estados Unidos en temas de seguridad.

La vergonzosa defensa de lo indefendible

Es cuestión de tiempo para que surjan voces en México criticando la intervención estadounidense en este caso. Bajo el disfraz de un discurso nacionalista, se intentará justificar la ausencia de México en la captura del “Mayo” y se buscará desviar la atención de los vínculos que puedan existir entre el crimen organizado y sectores del poder político.

Este tipo de defensas no solo son vergonzosas, sino también peligrosas. Al proteger indirectamente a figuras como el “Mayo”, no se está defendiendo la soberanía nacional, sino perpetuando un sistema donde la corrupción y la impunidad son la norma. Es un recordatorio de que en México, la justicia frecuentemente se ve subordinada a los intereses de los poderosos.

Reflexión final: un Estado que falla y una sociedad que paga

La captura del “Mayo” Zambada debería ser una llamada de atención para el gobierno mexicano. En lugar de buscar justificaciones o criticar a Estados Unidos, es hora de asumir la responsabilidad de liderar la lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, los antecedentes indican que esto es poco probable. Lo que veremos serán intentos por minimizar el impacto de la captura y, quizás, esfuerzos para desacreditar cualquier información que el “Mayo” pueda proporcionar.

Mientras tanto, la sociedad mexicana sigue pagando el precio de un Estado que no ha mostrado la capacidad ni la voluntad para enfrentar al narcotráfico. En este contexto, la captura del “Mayo” no es un triunfo para México, sino un recordatorio doloroso de cuánto queda por hacer y de cuán lejos estamos de lograr una justicia verdadera.

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