Democracia Disfrazada: El Engaño de la Reforma Judicial

Democracia Disfrazada: El Engaño de la Reforma Judicial

¿Se han dado cuenta de lo que está pasando en México? Mientras la vida sigue y nos perdemos en la rutina, nos acaban de dar uno de los golpes más duros a nuestra democracia, y lo peor es que lo disfrazaron como un “avance”. La reforma al Poder Judicial, esa de la que tanto se habla y que según el gobierno va a “democratizar la justicia”, no es más que una trampa. Nos vendieron un cambio que parece bueno, pero en realidad es un monstruo que podría comerse lo poco que nos quedaba de justicia independiente.

Me explico: ahora quieren que elijamos a los jueces por voto popular. ¿Suena bien, no? Una democracia más directa, como si el pueblo tomara las riendas de todo. Pero no nos engañemos. En un país donde las elecciones son un show lleno de promesas vacías, donde los políticos compran votos y mueven masas con discursos baratos, ¿cómo creen que va a ser elegir jueces? Si apenas nos libramos de que nos den una despensa por votar, ahora imagínense a los jueces pidiendo votos con pancartas y spots en la tele. ¿A quién creen que van a responder esos jueces? ¿A la ley o a los que pagaron sus campañas?

Pero eso no es todo. También decidieron recortar el número de ministros de la Suprema Corte de Justicia. De 11 ahora serán solo 9. ¿Qué significa esto? Que con menos ministros, será más fácil que las decisiones las tome un grupito que pueda ser manipulado. Además, les pusieron un límite de 12 años en su cargo, lo cual suena bien en teoría, pero si cada que cambia el gobierno podemos cambiar a los ministros, ¿qué va a pasar con las leyes y los derechos que deberían proteger? Se van a volver una bola de plastilina que el gobierno del momento va a moldear a su antojo.

Por si fuera poco, crearon algo llamado el Tribunal de Disciplina Judicial. La idea es que este tribunal supervise a los jueces, lo cual no estaría mal si no fuera porque tiene un tufo a control político. Dicen que van a sancionar a los jueces que se “tarden” en resolver casos. Pero, ¿quién decide si se están tardando de verdad o si simplemente están siendo cuidadosos? Esto puede convertirse en una amenaza directa contra los jueces que no sigan la línea que les impongan. Si saben que pueden ser castigados por no hacer lo que les dicen, ¿cómo esperan que trabajen de manera independiente?

Y mientras todo esto pasa, nos dicen que es por nuestro bien. Que es para acabar con la corrupción y la impunidad. Yo no sé ustedes, pero a mí me suena más a un intento descarado de controlar todo. Ya no basta con dominar las cámaras, los presupuestos y las narrativas; ahora también quieren asegurarse de que nadie les diga que no, ni siquiera un juez.

Esto no solo afecta a los abogados o a los jueces; nos afecta a todos. Porque el día de mañana, si tienes un problema y necesitas justicia, ¿a quién vas a acudir si los jueces ya no trabajan para la ley, sino para los intereses políticos? ¿Quién te va a proteger si los derechos se vuelven opcionales según quién esté en el poder?

Pero lo que más me duele es la indiferencia. Hemos visto protestas de trabajadores del Poder Judicial que han salido a las calles a decir “¡Esto no está bien!”, y muchos de nosotros ni siquiera sabemos por qué están ahí. Nos hemos acostumbrado tanto al abuso que ya no reaccionamos. Como si ver al gobierno hacer y deshacer fuera lo normal.

No podemos quedarnos callados. Porque si dejamos que nos quiten la justicia, lo próximo será quitarnos nuestra voz, nuestra libertad, nuestros derechos. Y cuando despertemos, ya no habrá nada que hacer.

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